Carta a un Maltratador
Acabo de recibir este documento lúcido y crudo, sobre un tema que, poco a poco, va llenando de cifras huecas los boletines de noticias de los diarios escritos y hablados de nuestra sociedad. Gracias, Susana, por compartirlo conmigo.
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Fernando Orden Rueda 2º de Bachillerato, de Ciencias de la Salud. IES Bioclimático, de Badajoz. II Premio del II Concurso Nacional 'Carta a un maltratador', convocado por la Asociación 'Juntos contra la violencia doméstica'.
Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado… porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras… Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?
Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe… La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría.
Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos…Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.
Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!–dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.
Me puse contento antes de tiempo.
Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…
Y sucedió.
Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.
Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.
Y ahora me dirijo a ti. Esta carta es para ti, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.
Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.
Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado… porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras… Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?
Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe… La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría.
Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos…Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.
Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!–dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.
Me puse contento antes de tiempo.
Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…
Y sucedió.
Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.
Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.
Y ahora me dirijo a ti. Esta carta es para ti, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.
Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.
*********
Salud para ti y los tuyos.
Etiquetas: Educación, No-violencia, Ser Humano
20 comentarios:
Hola Silvano!
Estremecedora carta.
La había recibido hace ya un tiempo y a pesar de conocerla, cuando la vuelvo a leer se me vuelven a erizar la piel y se me pone un nudo en el estómago.
De todas formas ver que hay adolescentes tan sensibilizados con este tema siempre es esperanzador.
Ojalá que este tipo de cartas dejen de tener razón de ser.
Un abrazo
Yo ya conocia esta carta, pero me sobrecoge lo mismo, que la primera vez que la lei. La maldad, cuan abundante es, de todas clases y de todos los calibres. Mires a donde mires tropiezas. Un abrazo
Al leer la carta, me ha entrado mala leche. Mala leche no por el maltratador que, si ha llegado a adulto siendo maltratador, no creo que sea por obra y gracia del Espíritu Santo...
Si fuéramos a su infancia y pudiéramos ver todo lo que pasó con él, seguro que no nos parecería tan descabellado que, ahora, sea lo que es: 'un maltratador'.
Lo que me ha puesto de mala leche es 'ella'. ¡Cómo una persona (me da igual que sea hombre o mujer) permite que alguien la maltrate! Y, en este caso, estando embarazada.
Es ella la que no ha hecho lo que un hijo necesita, que se le cuide y proteja; es ella la que ha dejado que maten a su hijo; es ella la que, día a día, ha permitido que la humillen; es ella la que no ha hecho nada para cambiar su situación.
Si pudiéramos también irnos a su infancia, podríamos comprender por qué ahora, de adulta, se cree merecedora de semejante trato. Sólo una mujer que se cree una mierda deja que la traten como a una mierda; y, si queremos entender el tema de los maltratos, tenemos que ver las dos partes: el maltrato es cosa de dos.
Nunca podremos solucionar el tema pensando que la culpa es del 'cabrón'; y que ella, pobrecita, está ahí porque no tiene otro remedio.
La verdad, según yo la veo, es que nos elegimos para poder vivir las situaciones que 'nos tocan'. Un maltratador elige a una mujer que 'quiere' vivir el maltrato; y una mujer que piensa que merece el maltrato elige vcomo pareja a un maltratador.
Sólo tratando a las dos partes se podrá solucionar el tema de los maltratos.
No hay una víctima, ¡hay dos!
¡Hola, Asun, Rita y Serena! Leyendo el comentario de Serena, me ha ayudado a comprender el fenómeno en toda su dimensión, no en la única parte con la que nos solemos identificar: con el dolor de la mujer-víctima.
Con decir esto, no podemos dejar de proteger a esas mujeres agredidas, pero también es necesario limpiar el paño desde esa parte para que el asunto global se termine de solucionar.
Salud para todas vosotras y los vuestros.
Soy Paquita, me ha encantado la carta, leí que te la envió Susana, pero como no veo que tenga página propia ¿o sí? te la copio y la publicaré en la mía, supongo que, con el consentimiento de ambos. Gracias: PAQUITA
¡Hola, Paquita! Susana no tiene blog. Por supuesto, toma lo que desees de mi blog.
Salud para ti y los tuyos.
Es tan triste que ésta sea la realidad de tantas familias, a veces me averguenza la naturaleza humana, no entiendo tanta maldad hacia quien se supone que se ama. Se me estremece el alma de que me pueda cruzar con mi vecino, mi maestro, un amigo y esconda a éste asesino dentro...
Se me estremece el alma de saber que existe éste sufrimiento a nuestro al-rededor y me da miedo enamorarme de alguien que esconda esta malda en su corazón...
Hola Silvano/Hola Susana: Produce pavor!... la violencia de género es un acto indigno, lástima que la legislación siempre va en contra de las víctimas. Esto amerita un manifiesto ciudadano y un consenso mundial de géneros. Un abrazo a todos los foristas. Víctor
Hola Silvano!acabo de leer la carta, y la verdad me he puesto muy mal porque estas cosa me hieren la sensivilidad,¿como esposible que este comportamiento sea de un ser humano?
estos que son asi despues los ves y parece que no han roto un plato en su vida.
un abrazo
hola silvano!!!!
profundo tu texto!!!
porque está contado desde un contexto que cala muy hondo.......
estamos rodeados de golpeadores,golpeados,justicia que no llega o llega tarde,miedos,etc...
pienso que hay que cambiar o agregar en la educación de las personas algún ítem, dónde se señale el amor por uno mismo......si me amara, no dejarí que me golpeen, si me amara, no golpearía........
igual, pienso que el tema es mucho mas profundo, necesitaríamos analizarlo y meditar.......
gracias por tu compromiso y un abrazo enormeeeeeeeee.
nos estaremos conectando luego de mis vacaciones, salvo alguna escapada!!!!!!
Buenas tardes, Silvano, regreso a tu blog para agregar algo a mi comentario anterior. Junto con profesionales de la Universidad Nacional de Rosario estamos haciendo una investigación sobre violencia en adolescencia y niñez, en Argentina y en dicha zona del litoral. Los números espantan, pero todo direcciona a carencias educativas y a los mensajes que llegan desde los medios y desde la propia internet donde "matar a alguien", "violarlo", "vejarlo", "atropellarlo", no cuesta nada y no afecta más que las vidas que están en juego en una PC. Perdón por esta intromisión, pero creí necesario hacerla. Un abrazo andino. Víctor
¡Hola, hoy! El conflicto existe, es verdad, pero no hay que temerlo. Lo importante a conseguir para que no nos pueda suceder es, como siempre, llegar a estar en paz con uno mismo.
Cuando una persona se quiere, se valora, se respeta..., por la Ley de Atracción, eso mismo es lo que atrae: amor, valoración, respeto...
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, Víctor! Creo que debe haber un consenso general pero en el sentido de ver y actuar con el problema en su integridad (¿no se puede prevenir formando, desde la infancia, a hombres y mujeres de verdad?), no esperando ver el resultado del conflicto particular, cuando asoma la sangre...
Realmente es complicado, dado que cada 'humanito' se construye con sus experiencias ambientales vividas desde el vientre materno...
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, yeni! A través de la sensibilidad, aunque nos produzca dolor una situación, podemos llegar a percatarnos de la realidad y a tomar un posicionamiento...
El problema es hacia dónde...
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, Adrisol! Creo que das en el clavo en la actitud positiva para encarar el problema en su conjunto, y desde la vía de la prevención...
Disfruta en tus vacaciones...
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, Víctor! Tu visión siempre es bienvenida, así que..., no te cortes en comentar las veces que quieras lo que desees.
El problema está muy profundamente calado en la sociedad, y mi sentido común me dicta que, como indicas, el ámbito educacional es un elemento clave.
Salud para ti y los tuyos.
Se hace frecuente hasta el punto que pronto nos parecerá algo habitual, como ha sucedido con el terrorismo. Ya no nos parece algo tan sorprendente las muertes y atentados. Nos alarman, pero nos vamos acostumbrando. Y hablamos y hablamos; pataleamos y pataleamos, pero todo queda en el blog, o el el café, la tertulia o en la familia. No trasciende, ni influye. ¿Qué hacer, me pregunto?
Creo que todo esto está en algo mucho más profundo y serio que habita y llevamos con nosotros: el autoengaño y, consecuencia de ello, la autotraición. No nos tratamos como personas, sino como objetos que en muchos momentos de nuestra vida son meta de nuestro interés, y como tal procedemos.
Se necesita reflexionar en esta línea y tratar de contagiar los ambientes y el sistema educativo para atacar el mal desde su raíz.
Un abrazo.
Hola Silvano!
Como ya te comenté en alguna ocasión,soy una gran seguidora de tu blog,aunque no me haya decidido a escribir en él (hasta hoy).Todos los temas que estás tocando,despiertan en mí una gran curiosidad que va mucho más allá de la mera información,consiguiendo que se me remueva algo por dentro.
Sabes que admiro tu trabajo y que te adoro!!!
Un beso
Hola a todos!
En primer lugar quisiera comentaros que estoy encantada de conoceros y que este blog respira vida gracias a vuestros comentarios.
Un abrazo para todos.
¡Hola, Salvador! ¿Cómo tratar al prójimo como persona a respetar si nuestra propia personalidad está formada con cimientos 'aluminosos'?
Si no se atiende a las personas en sus etapas de formación (desde el vientre materno hasta los 7-9 años), no creo que se pueda solucionar el problema.
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, Susana! Bienvenida. Este espacio (el blog) está destinado a ser un lugar de encuentro, de intercomunicación, en el que cada cual aporte ese prisma que ayuda a tomar una visión más general y, por tanto, más completa de la realidad.
Nos vemos prontito en Barcelona.
Salud para ti y los tuyos.
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