Nuestros Hijos
He recibido de una contra-pariente lejana mexicana (gracias, Titina) un '.pps' del que voy a entresacar el siguiente contenido que muestra la realidad actual en las relaciones entre los padres y los hijos de hoy en día. Creo que es un tema que tiene mucho peso específico... A ver quién se siente identificado...
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Somos de las primeras generaciones de padres decididos a no repetir con los hijos los mismos errores que pudieron haber cometido nuestros progenitores. Y, en el esfuerzo de abolir los abusos del pasado, ahora somos los más dedicados y comprensivos; pero, a la vez, los más débiles e inseguros que ha dado la Historia.
Lo grave es que estamos lidiando con los niños más "igualados", beligerantes y poderosos que nunca existieron.
Parece que en nuestro intento por ser los padres que quisimos tener, pasamos de un extremo al otro. Así que, somos los últimos hijos regañados por los padres, y los primeros padres regañados por nuestros hijos. Los últimos que le tuvimos miedo a nuestros padres, y los primeros que tememos a nuestros hijos. Los últimos que crecimos bajo el mando de los padres, y los primeros que vivimos bajo el yugo de los hijos. Y, lo que es peor, los últimos que respetamos a nuestros padres, y los primeros que aceptamos que nuestros hijos no nos respeten.
En la medida que el permisivismo reemplazó al autoritarismo, los términos de las relaciones familiares han cambiado en forma radical, para bien y para mal. En efecto, antes se consideraban buenos padres a aquellos cuyos hijos se comportaban bien, obedecían sus órdenes y los trataban con el debido respeto. Y buenos hijos a los niños que eran formales y veneraban a sus padres. Pero, en la medida en que las fronteras jerárquicas entre nosotros y nuestros hijos se han ido desvaneciendo, hoy los buenos padres son aquellos que logran que sus hijos los amen, aunque poco los respeten. Y son los hijos quienes ahora esperan el respeto de sus padres, entendiendo por tal que les respeten sus ideas, sus gustos, sus apetencias, sus formas de actuar y de vivir. Y que, además, les patrocinen lo que necesitan para tal fin.
Como quien dice, los roles se invirtieron, y ahora son los papás quienes tienen que complacer a sus hijos para ganárselos, y no a la inversa, como en el pasado. Esto explica el esfuerzo que hoy hacen tantos papás y mamás por ser los mejores amigos de sus hijos, y parecerles "muy cool" a sus hijos.
Se ha dicho que los extremos se tocan; y, si el autoritarismo del pasado llenó a los hijos de temor hacia sus padres, la debilidad del presente los llena de miedo y menosprecio al vernos tan débiles y perdidos como ellos. Los hijos necesitan percibir que, durante la niñez, estamos a la cabeza de sus vidas, como líderes capaces de sujetarlos cuando no se pueden contener, y de guiarlos mientras no saben para dónde van. Si bien el autoritarismo aplasta, el permisivismo ahoga. Sólo una actitud firme y respetuosa les permitirá confiar en nuestra idoneidad para gobernar sus vidas mientras sean menores, porque vamos adelante liderándolos, y no atrás cargándolos y rendidos a su voluntad.
Es así como evitaremos que las nuevas generaciones se ahoguen en el descontrol y hastío en el que se está hundiendo la sociedad, que parece ir a la deriva, sin parámetros, ni destino.
¿Cómo la ves?
Lo grave es que estamos lidiando con los niños más "igualados", beligerantes y poderosos que nunca existieron.
Parece que en nuestro intento por ser los padres que quisimos tener, pasamos de un extremo al otro. Así que, somos los últimos hijos regañados por los padres, y los primeros padres regañados por nuestros hijos. Los últimos que le tuvimos miedo a nuestros padres, y los primeros que tememos a nuestros hijos. Los últimos que crecimos bajo el mando de los padres, y los primeros que vivimos bajo el yugo de los hijos. Y, lo que es peor, los últimos que respetamos a nuestros padres, y los primeros que aceptamos que nuestros hijos no nos respeten.
En la medida que el permisivismo reemplazó al autoritarismo, los términos de las relaciones familiares han cambiado en forma radical, para bien y para mal. En efecto, antes se consideraban buenos padres a aquellos cuyos hijos se comportaban bien, obedecían sus órdenes y los trataban con el debido respeto. Y buenos hijos a los niños que eran formales y veneraban a sus padres. Pero, en la medida en que las fronteras jerárquicas entre nosotros y nuestros hijos se han ido desvaneciendo, hoy los buenos padres son aquellos que logran que sus hijos los amen, aunque poco los respeten. Y son los hijos quienes ahora esperan el respeto de sus padres, entendiendo por tal que les respeten sus ideas, sus gustos, sus apetencias, sus formas de actuar y de vivir. Y que, además, les patrocinen lo que necesitan para tal fin.
Como quien dice, los roles se invirtieron, y ahora son los papás quienes tienen que complacer a sus hijos para ganárselos, y no a la inversa, como en el pasado. Esto explica el esfuerzo que hoy hacen tantos papás y mamás por ser los mejores amigos de sus hijos, y parecerles "muy cool" a sus hijos.
Se ha dicho que los extremos se tocan; y, si el autoritarismo del pasado llenó a los hijos de temor hacia sus padres, la debilidad del presente los llena de miedo y menosprecio al vernos tan débiles y perdidos como ellos. Los hijos necesitan percibir que, durante la niñez, estamos a la cabeza de sus vidas, como líderes capaces de sujetarlos cuando no se pueden contener, y de guiarlos mientras no saben para dónde van. Si bien el autoritarismo aplasta, el permisivismo ahoga. Sólo una actitud firme y respetuosa les permitirá confiar en nuestra idoneidad para gobernar sus vidas mientras sean menores, porque vamos adelante liderándolos, y no atrás cargándolos y rendidos a su voluntad.
Es así como evitaremos que las nuevas generaciones se ahoguen en el descontrol y hastío en el que se está hundiendo la sociedad, que parece ir a la deriva, sin parámetros, ni destino.
¿Cómo la ves?
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¡¡Señoras y señores...!! ¡¡Quedan abiertos los turnos de réplica y contrarréplica...!! El tema está servido.
Salud para ti y los tuyos.
Etiquetas: Educación, Ser Humano
16 comentarios:
Silvano… con mis padres me llevo 22 años… estoy educada a la “antigua”… con limites. Claro… que me ponía furiosa… cunado no me permitían hacer o ir a donde quería… pero sabia que no había derecho a replica… jajá. Hoy les estoy más que agradecida… me salve del psicólogo… A mis hijos los educo de la misma forma… que me digan antigua… pasada de moda… lo que quieran… somos padres y no sus amiguitos… En casa todo se habla…” el respeto” es mutuo… ellos a nosotros… de nosotros hacia ellos…Limites, Respeto… a acompañar…y siempre estar atentos. Te dejo un Beso y algo de Khalil Gibran
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
No vienen de ti,
sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellos
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerles semejantes a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas,
son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
sea para la felicidad.
¡Hola, Silvia! Evidentemente, hay una graduación en los comportamientos, en las vivencias de los límites..., pero creo que el grueso del mensaje es certero...
El texto que me has regalado es precioso. Ya lo había leído tiempo atrás pero, como casi siempre pasa, cada vez que se contempla una cosa, se le puede sacar nueva chispa, un color distinto de su luz...
Salud para ti y los tuyos.
Muy buena entrada Silvano, es una verdad como un templo. Los tiempos cambian y con ellos las actitudes hacia nuestros hijos. En mi caso debo de decir que tuve suerte (por el momento). Todo a cambiado, no solo la actitud hacia nuestros hijos si no tambien las relaciones de pareja pero eso es otro tema a debatir. Gracias por visitarme y me alegro muchisimo de estar de vuelta con vosotros. Un abrazo Silvano.
Se constata que hay una pérdida de valores y la sociedad envuelve y maneja los conceptos por los que se valora a las personas. En este caso la relación de padres e hijos. El respeto a los padres está hecho de gratitud para quienes, mediante el don de la vida, "hoy, si cabe más en nuestra sociedad española con la permisividad del aborto", su amor y su trabajo, han traído a sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en estatura, en sabiduría y en gracia.
En cuanto a los hijos, el respeto se expresa en la docilidad y la obediencia verdadera, sobre todo en la etapa que viven bajo su techo.
¿Qué ocurre? Pensemos que familias estamos formando y qué sociedad estamos tolerando? En mi opinión, creo que los padres tenemos algo más de culpa, pues somos los que hemos creado la sociedad que ellos, ahora, se están encontrando. Y ahora ellos se encontraran con las consecuencias de los padres que están siendo. Las consecuencias de nuestros comportamientos, tanto antes, como los de ahora, tienen sus respuestas en su momento, y este es el momento. Ya empezamos a darnos cuenta.
Un abrazo.
Mi aplauso hacia este post Silvano. Mi sincero aplauso.
Haces un muy buen analisis de la situación. No me queda más que adherirme a lo que dices.
Dices: "...somos los últimos hijos regañados por los padres, y los primeros padres regañados por nuestros hijos. Los últimos que le tuvimos miedo a nuestros padres, y los primeros que tememos a nuestros hijos..."
Como decimos en mi tierra: ¡Anda que es mentira!
Un abrazo, amigo.
Hola Silvano!
Para mi es mas que evidente que un niño constantemente está poniendo a prueba a sus padres. Si estos no le ponen límites, se convertirá en un tirano con ellos y mas tarde, de adulto, sufrirá cuando no pueda soportar la frustración de no conseguir todo lo que quiere. Ponerles límites de pequeños es ayudarles a crecer y a desarrollar herramientas que les van a ser muy útiles. La cuestión es que esos límites sean razonables y mas con autoridad y respeto que con autoritarismo.
¡Difícil labor!
Reikijai, gracias por el texto.
Es uno de mis poemas favoritos. Hace muchos años se lo regalé a mi madre en un pergamino, pero creo que nunca lo llegó a entender.¡Qué se le va a hacer! Yo lo intenté.
Un abrazo
¡Hola, Javier! Me enteré de lo tuyo con Blogger 'a posteriori'. No sabía que pasaran esas cosas...
Sí, creo que el texto de la entrada refleja bastante la realidad actual. ¡Estos tiranos...!
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, Salvador! Evidentemente, la responsabilidad (creo que la palabra y el concepto que implica el término 'culpa' no nos es de ninguna ayuda, y lo tenemos imbuido a resultas de nuestra cuna judeo-cristiana) de cómo son y actúan nuestros hijos es enteramente nuestra.
Para mí que la actual generación de padres ha perdido los papeles, intentando dar un vuelco a la última generación de padres autoritarios, los de la generación del miedo... (y admito que toda generalización implica errar con facilidad en la realidad de múltiples casos particulares).
Y también hay que tener en cuenta que los hijos actuales vienen 'cañeros' desde la misma cuna, aparte de las interacciones con el entorno que les toque vivir. Este factor es inherente a las propias criaturas que van llegando a la Tierra desde finales de los años 80 (por poner una fecha).
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, Cornelivs! Si decidí colgar esta entrada es porque, al leer este texto, me di cuenta de las grandes verdades que encierra. Yo no hagho más que extender lo que recojo, lo que me llega y veo interesante (al menos, para mí).
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, Asun! En esa difícil tarea hemos caído y caeremos en multitud de errores. Yo cometí grandes errores con mi hijo mayor, yo fui el represor, el malo de la película (eran otros tiempos, la inexperiencia, la falta de madurez personal...).
En estos últimos casi veinte años, a la vez de comenzar a recorrer el camino de búsqueda interior, he visto y comprobado que mi relación con el resto de mis hijos ha sido otra...
Cuando un niño no funciona, no va bien, lo primero que tenemos que mirar es a sus padres...
Salud para ti y los tuyos.
Silvano, hay un trabajo muy bueno de Bert Hellinger, sobre las constelaciones familiares. En las relaciones Ancestrales hay una dinámica de ordenes a ser tenidos en cuenta, para el equilibrio familiar. Donde hay inversión de roles es preciso hacer un trabajo de reparación, para volver al sistema familiar a un equilibrio mas sano. Actualmente estoy cerrando una relacion ancestral de muchos años,...quiensabe sea la puerta para en un futuro poder ser padre yo...y traer un hijo/a a la existencia... Un abrazo cordial, saludos.
¡Hola, Gustavo! Gracias por la información. Ya estoy en ello (mi pareja está haciendo formación de experto en Constelaciones Familiares).
Mi experiencia en los diversos talleres en los que he participado es muy buena. Es una herramienta de reordenamiento familiar muy interesante de utilizar.
Hemos comenzado a organizar en Pamplona (la ciudad en la que trabajo) talleres de Constelaciones Familiares, dirigidos por Brigitte Champetier, una alumna directa de Bert Hellinger que me encanta cómo gestiona la terapia.
Salud para ti y los tuyos.
Hola Silvano!
La he vivido como una alusión personal!
Dicen que "mal de muchos consuelo de..." pero me ha aliviado mucho saber que no soy la única.
¡Que gran desafio compaginar la Fuerza con el Amor!
Un abrazo
NAMASTE
En el día del Amor, un beso con amor.
¡Hola, AgatSaraswati! El hecho es que corresponde a una realidad muy generalizada en el mundo, por lo menos en Occidente.
No nos debe bastar con el consuelo, pues esta constatación exige una respuesta adecuada, desde nuestro centro...
Salud para ti y los tuyos.
¡Hola, Marga! Aunque San Valentín y su celebración no me entusiasman mucho, aunque el amor lo viva habitualmente con 'cierta' plenitud (¿quién es el osado que lo pueda decir sin ese 'cierto'?), no puedo menos que corresponderte con un susurro en clave de 'fa' (los barítonos no podemos hacer más...).
Saludos para ti y los tuyos.
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