Sanfermines 2009
Una vez al año, Pamplona, la ciudad en la que nací, una ciudad algo gris (por la largura de las estaciones oscuras y la reserva de sus habitantes), transforma su rutina en una explosión de ruido, gentes por doquier ansiosas de gritar, brincar, beber...
No hay término medio. Es una auténtica locura de frecuencia anual. Toda la represión , la contención vivida durante el año, se vuelca en algo inimaginable...
Aparte de una serie de momenticos que ponen la piel de gallina al más pintado, las fiestas son equiparables a las de otros lugares: alcohol, suciedad, gente orinando en cualquier sitio, estragos alimenticios, volúmenes de sonido en exceso, sexualidad más accesible (quiero recordar un antiguo chiste machista referido a Pamplona: En Pamplona 'follar' no es pecado..., ¡¡es un milagro...!!).
Yo amo la ciudad en la que nací y me crié, cambiaría muchas cosas de ella..., pero sobretodo, cambiaría los sanfermines actuales. No me gusta lo que veo, y menos aún lo que huelo, al pasear por las calles del Casco Viejo... No quiero mostrar sólo el lado oscuro de 'la fiesta', pues soy consciente de los espectáculos, las curiosidades, lo que es digno de ver y que si no existiera ese marco, sería difícil de presenciar, momentos entrañables...
De todas formas, haciendo cómputo general, me alegro de vivir en un pueblecito cercano en el que redunda la tranquilidad... (¿será que me voy haciendo mayor?... No lo creo).
Salud para ti y los tuyos.
Etiquetas: Fiestas, Ser Humano
4 comentarios:
creo que los extremos siempre son malos....
está buenísimo festejar, divertirse, pasarlo bien...pero cuándo se pasan los límites, sucede ésto!!
también me gusta vivir en un pueblo tranquilo...me estaré poniendo grande??? jajja
abrazos, amigo
¡Hola, Adriana! Creo que en la mentalidad del humano está muy extendido el confundir alegría con exceso. Es una pena pero así es en una amplia mayoría de casos...
Salud para ti y los tuyos.
Hola Silvano!,¿cómo estás? comparto tu opinión sobre los San Fermines. Tal vez si fuéramos "más libres" todos los días del año no haría falta "excederse" de esta manera. Habrá que enseñar a las futuras generaciones la diferencia entre alegría y exceso, conceptos que como apuntas parecen confundirse a veces.Así tal vez dentro de 50 años, tengamos unas fiestas con un nivel de intercambio superior al actual. Pensando un poco sobre el tema, los San Fermines parecen un buen ejemplo de lo desesperado que está el ser humano por encontrar felicidad y cómo busca en el sitio y la manera equivocada.Pero hay que confiar en el cambio!. Un abrazo grande y felices fiestas!
¡Hola, Amaia! Gracias por tu comentario... A veces me da la sensación de que soy un 'bicho raro' (aparte de que lo sea..., je-je).
Creo que, como a todos, me agradan los momentos de expansión, compartir la alegría con los demás..., pero lo que veo, año tras año, aquí (y en Pernambuco me imagino que también), no me gusta, con lo que me tengo que retirar discretamente a que las cosas vuelvan a la calma...
Salud para ti y los tuyos.
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